Como cada año, este 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso, que si bien no es una fecha oficial para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es una de las conmemoraciones más populares en el mundo y la gente lo festeja con gusto y con pretexto.
Puede ser apasionado, tierno, amistoso, romántico, robado y hasta el de Judas y por la cantidad de sentimientos que lo provoca y de sensaciones que deriva, el beso es considerada una expresión fascinante y compleja practicada en muchas culturas en las diversas etapas de la historia de la humanidad.
Los científicos siguen sin ponerse de acuerdo si el acto de besar es un comportamiento aprendido o instintivo, pero sí en que al unir los labios con los de otra persona se movilizan hasta 30 músculos faciales y se queman unas cuatro calorías por minuto.
Al besar, más de 100 mil millones de células nerviosas se activan, le envían al cerebro un torrente de información y, en caso de estar con la persona deseada, libera dopamina, oxitocina y serotonina, sustancias que activan el centro del placer y producen sensación de euforia.
Un beso apasionado actúa como una droga al producir dopamina, que es la sustancia responsable de los sentimientos de placer y motivación, pues genera sentimientos de ímpetu, insomnio y pérdida de apetito, y desde el punto de vista físico, puede causar que los vasos sanguíneos se dilaten, se acelere el pulso y se sonrojen las mejillas.
También libera endorfinas, que son péptidos que alivian el dolor en el cuerpo y generan sentimientos de euforia, mientras que la feniletilamina, un alcaloide que también se encuentra en el chocolate, puede influir en el estado de ánimo y la atención.
De acuerdo con un estudio sobre la neurofisiología del beso realizado por el neurólogo indio Harinder Jaseja, la práctica de lactancia para los bebés implica presión labial y estimulación a través de este acto que imita el beso.
Dichas prácticas tempranas, expuso, hacen que la actividad cerebral de un bebé asocie de inmediato al beso con emociones positivas que seguirán siendo importantes durante toda su vida.
El beso es estudiado por la filematología, ciencia que establece que cuando el ser humano lleva a cabo esta acción se combinan el tacto, el gusto y el olfato, y cada uno de estos sentidos produce reacciones químicas y emocionales fuertes, dado que involucran a cinco de los 12 nervios craneales.
Para algunos, la mejor forma de hacer un examen químico a otra persona es besarla, pues el intercambio de sustancias y sentidos ayuda a evaluar y a elegir a una posible pareja.
Sin embargo, los humanos no son los únicos seres que se besan, pues también lo hacen los monos, los elefantes unen y ponen sus trompas en bocas ajenas, las aves se picotean, los zorros se lamen el hocico, los perros se olisquean, los gatos se lengüetean, pero siempre como una expresión de cariño.
Aunque un beso puede parecer una acción natural para la mayoría, esta actividad implica no sólo el intercambio de sensaciones sino de fluidos salivales y con ello, de unos 80 millones de bacterias en 10 segundos.
El beso tiende a fortalecer lazos de unión. Algunos relacionan los colores con la intención de los besos, por lo que uno rojo tendría una connotación apasionada, el rosa sería inocente, un amarillo tal vez despectivo, uno naranja representaría la amistad, pero también está el negro, que tiene un matiz sexual.
Los besos se dan y reciben en la mano, en la oreja, en la boca, en la frente, en la cabeza, en la mejilla, y cada uno tiene un significado; puede ser pedido, robado o despreciado, fugaz o eterno, incluso virtual o “de película”; puede ser el primero pero también el último.
Y tal como lo escribió el poeta chileno Pablo Neruda: En un beso sabrás todo lo que he callado”, la unión de los labios de dos bocas puede decirlo todo, pero también significar nada. Puede ser compromiso, pero también el inicio de una infidelidad.
Los besos son de variedad infinita, pueden ser silenciosos o tronados, delicados o atrabancados, suaves o muy húmedos, de recibimiento o de partida que se lanza al aire con una mano, pero también onomatopéyicos, porque bien puede representarse con un muy conocido “muá” latino que con un “smack” europeo.
Luego de una investigación, la antropóloga de la Universidad de Rutger, Helen Fisher, encontró que 66 por ciento de las mujeres y 59 por ciento de los hombres dicen que la calidad del primer beso puede fortalecer o matar una relación.
Pintores, escultores, fotógrafos, cantantes, actores y escritores han llenado al mundo con obras relacionadas con el tema del beso, ósculo como sinónimo en español, tempitzoliztli en náhuatl, kiss en inglés, baiser en francés, bacio en italiano, beijo en portugués, kussauf deutsch en alemán.
Gabriela Mistral se refirió a los besos con la mirada, con la memoria, a los enigmáticos, a los prohibidos, los que calcinan, los que arrebatan los sentidos y los traicioneros.
“Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción”, canta Joaquín Sabina, y con ello se comprueba lo instintivo o racional que puede ser un beso, que sin embargo hoy tiene un pretexto para darlo.